Para 2030, se estima que la contribución de la inteligencia artificial (IA) a la economía mundial será de 15,7 billones de dólares.
La IA ha irrumpido en sectores muy diversos, desde la industria farmacéutica hasta la sanidad, la fabricación, la logística y la agricultura de precisión; reduciendo costes, aumentando la precisión, la productividad, el crecimiento y la innovación, tanto en el sector público como el privado, contribuyendo también a la sostenibilidad medioambiental.
Su futuro se orienta principalmente hacia tres vertientes:
- la inteligencia artificial generativa; es decir, la IA que, por medio de algoritmos que utilizan contenido ya existente en textos, archivos de audio o imágenes, crea nuevos contenidos.
- La ingenierización de la inteligencia artificial, que tiene un papel importante para que la eficacia de las soluciones de IA perdure en el tiempo y pueda actualizarse.
- La inteligencia artificial para la toma de decisiones, que tiene la capacidad de modelar las decisiones de forma repetible, rastreable y evaluable.
No cabe duda de que los beneficios de esta tecnología tendrán importantes repercusiones para quienes tengan la previsión de invertir en competencias, capacidad informática e identificación de las necesidades de su sector, pero también existen riesgos para quienes no tengan en cuenta el respeto a los derechos humanos, la democracia y los valores éticos en sus políticas a la hora de desarrollar y utilizar la IA.
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