La inteligencia artificial (IA) tiene cada vez más usos comerciales, gracias a la creciente destreza de los algoritmos de aprendizaje automático, pero a medida que la IA se extiende a tareas más delicadas, como puede ser el diagnóstico médico o la selección de personal para puestos de trabajo, existe una presión creciente para que se ofrezcan garantías de que estos sistemas. Por ello el estudio se basa en la idea de que si los resultados o comportamientos inseguros o injustos pueden ser definidos matemáticamente, también debería ser posible crear algoritmos que puedan aprender de los datos y evitar resultados no deseados con gran fiabilidad.
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